Tres semanas después, prácticamente el tiempo que he tardado en recuperarme de la maratón de Gran Canaria, es cuando me siento a escribir esta pequeña crónica.
Quizás
el tiempo para asimilar lo sucedido en la isla, tanto físicamente como
mentalmente y como bien me dijo un gran amigo, para sacar todo lo positivo de
lo vivido allí.
Aterrizábamos
en la isla, después de 12 semanas de entrenos específicos, duros…muy duros,
cumpliendo tiempos, kilómetros, mejorando marcas en media maratón. Haciendo lo
que había que hacer. 22 grados y viento, algo que iba a ser determinante.
Llegamos
al hotel, dejamos las maletas y fuimos a la feria del corredor, donde recogimos
el dorsal e hicimos alguna compra. Pequeña feria, pero muy bien organizada.
Comimos en un wok, descansamos y luego hicimos rodaje de activación los 4 que
fuimos. Qué gran compañía la de Alberto, Ana e Iván, gran grupo. Trabajo hecho,
tocaba descansar y prepararnos para el gran día.
A
las 5.40am sonó el despertador, para poder desayunar no muy copiosamente a las
6 y poder dirigirnos a la salida con tranquilidad. Hacia allí salimos los 4,
con los nervios de unos principiantes, a 3km estábamos, de paseo, disfrutando
del paseo marítimo que sería la parte final de la maratón.
Y
allí llegamos, nos colocamos en salida y esperamos el pistoletazo. Pummm….y a
correr y en ese momento se pasa todo. Corrimos, bastante bien desde el
principio pero había que regular. Ya en el km4 nos dimos cuenta que sudábamos
mucho, mucha humedad y en mi caso con las pulsaciones algo altas, pero pensaba
que se bajaría. Cambiamos estrategia y ya desde km5 empezamos a tomar sales,
visto como estaba el día, al que se añadía el viento. Pasábamos el km10 en 46’,
cumpliendo los planes previstos y con ritmos cómodos (aunque el pulsímetro no
decía lo mismo). Qué hacemos???....pues mantenemos sensaciones. Llegamos al
km12 y se produce un giro. En este momento, nos damos cuenta que el viento está
en contra, y tocaban otros 10 con esta sensación. Mantuvimos el ritmo, con las
pulsaciones algo más elevado, lo que al llegar al km22 nos empezaba a avisar.
Pasamos la media maratón en 1h38’, y pensábamos que esto marchaba. Pero no, es
ahí e incluso en el km25 cuando empieza lo bueno, y es ahí cuando empecé a ver
que algo no iba bien. Bajaba ritmo para poder estabilizar pulsaciones, pero ni
aun así lo conseguía. Que pasaba???, me preguntaba una y otra vez. Por el km29
vi a Iván, el en el km25 con buena cara y en el km30 vi a Alberto, tocadete (el
iba por el 22). Y fue en ese km, cuando el voluntario me dijo animo que solo
quedan 12km. Ahí, toque mental, iba en caída….sabiendo que una parada en esta
carrera es determinante, pero una segunda te saca de la carrera. Y esto es lo
que paso cuando a duras penas llegue al km35, pase andando, devore literalmente
el avituallamiento….y cuando intente arrancar, NO PODIA. Volví a parar (segunda
vez), lo intente y NADA. Estaba fuera, estaba vacío, no podía correr.
Prácticamente me costaba andar..Y por ende, pasaba al lado del hotel. Que hacía
para motivarme?? Solo una cosa, esperar a que me cogiera mi hermano o Alberto y
encontrar motivación para entrar con ellos. Se produce en el km38.5, me coge
Iván, intento correr con el pero no logro ni aguantarle 800mtrs, el mira para
atrás para esperarme, a lo que mosqueado le insisto que ni loco.
TIRAAAAAAAAAAAAAAA….y acabalo, lo mereces.
Y
eso hizo, acabo en 3h43’, Iván fue quien mejor leyó su primer maratón. 6’ más
tarde llegaría yo, 3h49’, en ese momento pensaba que era un desastre, hoy no lo
veo igual. En 4h2’ llego Alberto, literalmente vacio, mareado. 20’ sentados al
lado mi hermano y yo. Sin hablarnos, intentando recuperarnos de tal esfuerzo.
Con eso te puedes imaginar lo vivido. Pero esto es así, hay que luchar, como
luchan los que se enfrentan al cáncer. Caerse y levantarse, no queda otra. Esta
experiencia, sin duda, nos ha hecho más fuerte.
Y
como suele pasar, al día siguiente, los tres estábamos pensando donde
vengarnos. Estos es así, es Maratón, una distancia encantadora, divina, pero a
la vez asesina. A partir del km32, no sabes lo que te va a pasar y es lo que te
engancha. Siempre te espera un vacio al que te debes enfrentar, y que va más
allá de lo físico.
A
destacar, Ana, la fémina que vino, con 3h 24’ y consiguió ser 8 de las mujeres.
Un honor correr a su lado.
Ya
descansados, liberados y sabiendo que hicimos lo que había que hacer, dar todo
lo que teníamos en las circunstancias que se dieron, toca reconducir y llevar
todo esto al modo TRI.
GOOOOOOOOOOOOOOOO.
Sergio Laureano